Los huracanes. Definición y caracterización
Los ciclones tropicales, denominados de diferente manera dependiendo de su localización (Véase Tabla 1), son los fenómenos atmosféricos más espectaculares y de efectos más devastadores en el conjunto perturbaciones planetarias. Comienzan como tormentas tropicales que tienen su origen generalmente entre los 5º y 20º de latitud al norte y al sur del ecuador. Se originan en el mar y se desplazan lentamente hacia el oeste. Posteriormente, suelen curvarse parabólicamente, alejándose del ecuador, para adentrarse más tarde en el flujo de latitudes medias rodeando los anticiclones oceánicos subtropicales aunque, cabe destacar, que también pueden tener trayectorias irregulares (Véase Figura 3). Alcanzan su máxima frecuencia entre los meses de agosto y septiembre en el hemisferio norte, y entre enero y febrero en el hemisferio sur.
Los ciclones tropicales, denominados de diferente manera dependiendo de su localización (Véase Tabla 1), son los fenómenos atmosféricos más espectaculares y de efectos más devastadores en el conjunto perturbaciones planetarias. Comienzan como tormentas tropicales que tienen su origen generalmente entre los 5º y 20º de latitud al norte y al sur del ecuador. Se originan en el mar y se desplazan lentamente hacia el oeste. Posteriormente, suelen curvarse parabólicamente, alejándose del ecuador, para adentrarse más tarde en el flujo de latitudes medias rodeando los anticiclones oceánicos subtropicales aunque, cabe destacar, que también pueden tener trayectorias irregulares (Véase Figura 3). Alcanzan su máxima frecuencia entre los meses de agosto y septiembre en el hemisferio norte, y entre enero y febrero en el hemisferio sur.
Tabla 1. Denominaciones de los ciclones tropicales por ámbito geográfico, según Martín Vide y Olcina Cantos, 1996
Figura 3. Trayectoria e intensidad de los ciclones tropicales, periodo 1851-2006
Fuente: NASA
Durante la conocida como “temporada de huracanes” en el Océano Atlántico y el Golfo de México, establecida de forma oficial del 1 de junio al 30 de noviembre, las perturbaciones o disturbios tropicales (denominadas así las áreas de mal tiempo y tormentas eléctricas en los trópicos) desarrolladas a partir de una conformación de mal tiempo conocida como onda tropical, que se desplaza del continente africano hacia el Atlántico, pueden desembocar en tormentas tropicales si se cumplen ciertas condiciones: si se ubican a una distancia de al menos 500 kilómetros (300 millas) del ecuador; si la temperatura del océano es superior a los 26,5ºC (80ºF) o más hasta una profundidad mínima de 50 metros; si existe una elevada humedad en la baja y media atmósfera, y débil cortante de viento, lo que se traduce en una poca variación en los campos de dirección y fuerza del viento a todos los niveles de la atmósfera.
Cuando un sistema tormentoso se organiza y empieza a rotar se le denomina depresión tropical, la primera de las siete categorías en la clasificación de Saffir-Simpson para huracanes establecida por el Centro Nacional de Huracanes de Miami. Las categorías responden a diversos parámetros del sistema que determinan su intensidad o grado de fuerza; cuanto más baja es su presión atmosférica, más fuertes son sus vientos sostenidos, más se incrementa el nivel del mar y más elevados pueden ser los daños generados por éste (Véase Tabla 2 y Figura 4).
Tabla 2 y Figura 4. Clasificación Saffir-Simpson para huracanes
Fuente: NOAA, National Hurricane Center
A medida que se fortalece, adquiere una forma redondeada y se comienza a configurar un ojo, llegando a su fase de madurez. Los huracanes intensos tienen un ojo muy claro y redondo; es en las bandas de tormentas alrededor de éste donde se dan los vientos más intensos. Su fortalecimiento responde a una superficie oceánica cálida, mucha humedad a niveles altos y medios de la atmósfera y vientos débiles a niveles altos de ésta. Contrariamente, su desplazamiento sobre agua fría, su paso a tierra firme, perdiéndose de este modo el aire marino, húmedo y cálido, y los fuertes vientos en altura así como la presencia de otro sistema a este nivel, suponen su rápido debilitamiento.
El ojo, la pared del ojo y las bandas de lluvia en espiral, son las principales partes que conforman la estructura de un huracán. El ojo es un área de relativa calma, de 20 a 65 km generalmente, que se extiende desde el nivel del mar hasta los niveles altos de la atmósfera y está rodeado por una pared densa de nubes cumulonimbus (donde se registran los vientos más intensos); predominan en él los movimientos de aire descendentes (subsidencia), lo que explica la ausencia de nubes. Las bandas de lluvia externas del huracán que rotan en espiral en sentido antihorario (siguiendo la dinámica de los sistemas de bajas presiones en el hemisferio norte), pueden extenderse a varios cientos de kilómetros del centro y medir de unos pocos a decenas de kilómetros de ancho y de 80 a más de 450 kilómetros de longitud (Véase Figura 5).
O.-Flujo anticiclónico; S.-Flujo superficial ciclónico; E.-Vientos del este; D.-Dirección de movimiento; T.- Flujo de aire seco desde la estratosfera calentado adiabáticamente; U.-Corrientes ascendentes en células convectivas; C.- Circulaciones entorno al núcleo.
Figura 5. Modelo idealizado de la dinámica de un huracán en el hemisferio norte, según Brimacombe, 1991
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Breve audiovisual sobre cómo se forman los huracanes (La ciencia de las supertormentas, BBC)
Breve audiovisual sobre cómo se forman los huracanes (La ciencia de las supertormentas, BBC)
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